Este año los “Reyes Majos” me trajeron unas zapatillas para
correr. Desde el primer día que calcé mis Saucony el objetivo fue participar en esta prueba.
Como espectador había asistido a varias ediciones, pero ahora quería ser
protagonista. Eso de combinar 2 especialidades deportivas en una misma carrera
me motivaba. Que transcurra en los parajes que acostumbro a transitar con mi
btt le daba un plus de atractivo, pero
el verdadero motivo de inscribirme fue, nuevamente, poner a prueba mi cuerpo y
mi mente.
El running es lo que peor llevaba, por eso me puse las pilas
a partir del 7 de enero. Primero empecé
a correr, asesorado por algunos amigos, pero en
solitario. No quería ser una carga para nadie. Pasaban las semanas y ya le
empezaba a coger el tranquillo a esto de correr. El siguiente paso fue salir en
compañía y demostrarme a mí mismo que no estaba tan mal. He de agradecer a los
compañeros con los que he entrenado muchas mañanas, después de dejar a los
monstruitos en el cole. Una grupeta muy heterogénea, pero de la cual he
aprendido mucho, fijándome y preguntando. Con ayuda todo es más fácil.
Llegó el 2 de junio, el día marcado en el calendario desde
hacía mucho tiempo. Por delante me esperaban casi 7 Km de running + 26 Km de
puro btt + 2,6 km de running para rematar la faena. Mi objetivo era llegar
antes de que desinflaran el arco de llegada, pero el resultado fue bastante
mejor de lo esperado. Había quedado con
Eloi y Axel (2 de los tres mosqueteros) en el parquing del vapor. Al encuentro
acudí con el gran Santi Alarcón, compañero del Club MartorellBike, que vino a
buscarme a casa. Supongo que no se fiaba de mí y pensaba que me iba a rajar,
por eso no dudó en venir a mi encuentro. Hombre de poca fe…
Recogemos dorsales, llevamos las bicis al parque cerrado y preparo
el material para hacer la transición lo más rápido posible. El ambientillo que
se respira es muy chulo. Muchas camisetas y maillots de colorines, mucha media
de compresión de gemelos, algún mono de triatlón… para soltar piernas empezamos
a calentar un poco al trote. Allí puedo saludar a Seve, otro figura al que los
años le hacen cosquillas, a Alfonso Galeano y a Jesús. Con este último me quedo
hablando y comentando la posible estrategia a seguir en carrera. La palabra
clave es “dosificar” con ella en la mente me dirijo al cajón de salida. Me
pongo de los últimos, vaya a ser que me pasen por encima todos estos duatletas.
Poco después de las 9h. se da la salida.
Empieza la fiesta, salgo de menos a más e intento ponerme un
límite. Voy controlando el pulsómetro hasta que me clavo en el 92% de mi F.C.
Max. Esa es la barrera que no es
aconsejable traspasar, al menos tan pronto. Veo como me adelantan por derecha e
izquierda. No importa, no es mi guerra (de momento) y antes de llegar al puente
del Diablo me junto con Santi Alarcón. Seguimos el margen del río Llobregat en
falso llano ascendente. Poco a poco me voy despegando de su compañía, pero no
incremento el ritmo, lo mantengo. Me aproximo a la mitad del recorrido de
running, un giro a la izquierda y empezará la subida más pronunciada. La
Organización ha puesto un control allí y la persona designada es un buen amigo,
Juanjo Castells. Me da ánimos y me “regala” una foto, que más se puede pedir.
Entonces empiezo a ejecutar mi estrategia. Empiezo a subir el ritmo, porque sé
que luego vendrá una bajada bastante larga y podré recuperarme del esfuerzo. Mi
sorpresa fue cuando vi que adelantaba a corredores de dos en dos. Supongo que
alguno saldría demasiado fuerte y lo estaba pagando. Arriba la pista se vuelve
muy ancha y la bajada invita a alargar la zancada y buscar velocidad. Voy un
poco revolucionado y decido regular. Todo y eso sigo adelantando a más
corredores. Es cuando empiezo a tener dudas si estos participantes podrían
acabar la prueba, si están así de “perjudicados” ahora, cuando cojan la bici…
Estoy a punto de hacer mi primera transición. Llego al parque
cerrado y, mentalmente, no paro de repasar la secuencia correcta para coger la
bici y perder el menor tiempo posible. Empezamos
bien, voy tan concentrado que paso mi
box y tengo que volver atrás, juas!!! Zapas fuera, botas OK, casco, sorbito de
agua, 2 geles y acompaño la bici
corriendo hasta el arco de salida. Si en algún momento de la carrera puedo
remontar posiciones es con la btt. El circuito lo conocía bastante bien y sabía
que había que sufrir para poder ganar tiempo. Me tomé un gel, di la vuelta al
pulsómetro (para no verlo) y Rock and Roll!!!! Cogiendo cadencia, de menos a
más y notando como los músculos de las piernas se acostumbraban al cambio de
gesto deportivo. Afronto el primer repecho, a la salida del parquing, que nos
lleva a la carretera del cementerio. Allí oigo gritos de ánimo “¡¡¡Vamos
MartorellBike!!!” Son Pere Borrell y Pedro alias “Pope” que me jaleaban. Ahora
sé lo que sienten los jugadores del Barça cuando juegan en el Camp Nou. Hoy era
yo el que jugaba en casa, eso me daba un plus de motivación y confianza para
afrontar el reto.
Después de la Hípica giramos a la izquierda, pasamos bajo la
autopista y empezamos a subir unos pequeños escalones. Aquí me encontré más
tráfico del esperado. Me puse nervioso y solté un “venga que esto se pasa
montado” y el ciclista que me precedía se giró hacia mí. Era Eloi, le había
cogido en este punto. Me permití darle unos consejos, ya que era conocedor del
terreno. “nen, ahora cabeza y poco a poco que la subida es muy larga” Acto
seguido bajé dos piñones, empecé a dar pedales como un poseso y adelanté unas posiciones gracias a que seguí por la acera y
el resto de competidores circulaban por la calzada. Juro que no lo hice con
puterío, sino que me salió así. Al final de la marcha nos hartamos de reír con
esta anécdota. Bajada cerradita y subida
para interceptar la carretera de Gelida. Aquí la gente se portó de 10. Casi
todos estaban descabalgados, pero se apartaron cuando lo pedí y me animaron a
tirar para arriba. Unos voluntarios de la organización estaban parando el
tráfico, así que perdí muy poco tiempo allí.
Empieza la “Pujada a la Font de la Saborida” Mucho tráfico,
demasiado para mis aspiraciones a recuperar tiempo. Mi cabeza me decía “haber
corrido más rápido” La gente que estaba allí se merecían esa posición, se la
ganaron a pulso. Hay que trabajar más el running y quejarse menos. Gracias a
las palabras mágicas “dreta/Esquerra” pude hacerme un hueco entre tantos
“caminantes” y pude llegar bastante arriba sin desmontar. Pero en una de las rampas
más rotas y resbaladizas no pude adelantar. El entrenamiento previo me decía
que, en aquel punto, solo había una trazada buena con suficiente grip. Pero no
fui el único que lo pensaría, el problema es que la estaban utilizando para
caminar. Nervioso, taquicárdico, sudado, puse pie a tierra y adelanté a un
pequeño pelotón. Allí otra voz conocida me daba ánimos, era Jesús Pérez, el
compi de calentamiento previo a la carrera, que me incitaba a subir sentado y
tirar a muerte. Pasada esta situación pude coronar solo y pedaleando hasta
tocar asfalto de nuevo. En la Font había
previsto un avituallamiento líquido. Vasito de agua para el cuerpo y seguimos
subiendo, ahora por asfalto.
Dejamos la carretera para adentrarnos en una pista que
bajaba a la izquierda. A partir de este punto, la carrera casi fue en solitario
para mí, con algún que otro adelantamiento. Tenía que recuperar físicamente en
este tramo pero sin perder demasiado tiempo. Llegamos a Can Xandri, dejamos la
masía a nuestra derecha y empezamos a bajar por un tramo estrecho, con muchas
raíces y con un surco bastante marcado por las lluvias. El entreno previo me
daba la seguridad necesaria para bajar sin miedo. Ahora toca remontar de nuevo
por una zona bastante ancha, fruto de las actuaciones forestales hechas
recientemente. Antes el camino era más estrecho…y bonito. Bajamos a toda
velocidad camino de Can Sunyer, donde nos esperaría otro “regalito” de la
organización. Tenemos que subir, por asfalto, una tramo interminable que se
hace más duro por el calor y por los Km’s que llevamos en las piernas. Pero eso
se te olvida cuando vuelves a escuchar gritos de ánimo desde la cuneta. De
nuevo Juanjo (este tío está en todos los sitios, como Dios!!!) está de control
al principio de la subida. Me regala otra foto y me comenta que voy bastante
bien…
Llegamos al depósito de agua y apuro mi último gel. Queda
muy poco para volver a bajar, pero todavía tendría que subir para llegar a la
Serra de les Torretes. Antes de llegar a
“quatre camins” toca girar a la derecha, última subida hasta una torre
eléctrica y luego senderito y descenso hasta el
carrer del mur Aquí tenía muy claro que no me tenía que dejar adelantar
por nadie, pero el problema fue que el que quería adelantar era yo. Encuentro
de nuevo un poco de tráfico, pero esta bajada es tipo “single track” así que
toca esperar pacientemente hasta llegar abajo.
Tocamos, de nuevo, asfalto camino a la rotonda y allí disparados hacia
el Pont del diable y la pista que nos lleva de nuevo al parquing del vapor,
donde haríamos nuestra última transición. Una sonrisa se empezaba a dibujar en
mi cara, creía que lo tenía hecho, pero mis sentidos me engañaban.
Al llegar al parque cerrado, unas vocecitas gritaban
“¡¡¡papá!!!” Eran mis tres niñas que me
estaban esperando desde hacía un rato. Qué bueno, por fin mi familia me
acompaña a un acto deportivo, lo hubiera deseado desde mi época del karting…
Algunos corredores paraban antes de entrar en la zona de transición a beber
isotónico, yo no paré ni para saludar. Bici colgada, zapas puestas, casco
fuera, GO!!!! Nada más cruzar el arco de salida, las sensaciones se volvieron
contra mí. Las piernas se pusieron duras como estacas y solo podía dar pequeños
pasos, no llegaba a alargar la zancada. En la bici hubiera podido hacer el circuito
de nuevo, pero corriendo las cosas se pusieron feas. De repente, en el carril
de vuelta, veo a Axel que me dice ”¿Ya estás aquí? Vas muy bien Luichi!!!”
Ostia, pero si yo creía que este fenómeno estaría ya en la ducha. Saco fuerzas
porque había que subir el repecho de hormigón debajo de la autopista. Allí, de
nuevo, festival de Pope y compañía, dándolo todo por animar a su paisano. Que
buena gente es este Pedro. Llego al giro de izquierdas para encarar Santa
Margarida y veo otra cara conocida, es Mónika que estaba de control.
Definitivamente, correr en casa te da ese plus de fuerza, porque empecé a
correr más rápido, porque lo tenía en mis manos, porque lo estaba disfrutando.
Pero, a pesar de mi cambio de ritmo, algunos participantes me adelantaron en este
tramo. Hay que trabajar más el running, hay que echarle más horas.
Última recta antes de meta y última sorpresa. Se pone a mi
lado Jesús, el compañero con el que hemos estado haciendo “la goma” toda la
carrera. Ahora es él el que me coge de nuevo la estela, a pocos metros de la
llegada. Cruzamos juntos la línea de meta y yo siento que me he quitado un peso
de encima, he llegado a la meta muy satisfecho con el trabajo realizado.
Entregamos los chips y nos ofrecen la
bolsa del corredor con algunos obsequios y una camiseta muy divertida. La
organización ha estado (de nuevo) a la
altura de una prueba que se va afianzando en el calendario, año tras año. El
único pero que le podemos sacar es que, en el momento de dar las bebidas, se
quedaron sin vasos y tuvimos que agudizar el ingenio para poder refrescarnos el
gaznate.
Esta es la “pequeña” crónica de lo sucedido aquel día, siempre
desde mi prisma personal. A poco que pueda, el año que viene repetiré la
experiencia. Incluso la buena clasificación obtenida (62 de 212 participantes)
hacen que me plantee participar en otras Duathlones de montaña. Tocará mirar el calendario. Creo que es a
principio de temporada cuando se disputan más pruebas de este tipo, estaremos
atentos.
Os dejo con la dirección web de la prueba, donde podréis
obtener más info de la carrera y ver algunas fotos de todas las ediciones
disputadas. Por esta vez, el diablo no
pudo conmigo.
CURSA EL DIABLE, MARTORELL
CURSA EL DIABLE, MARTORELL
No hay comentarios:
Publicar un comentario