lunes, 29 de julio de 2013

Cursa El Diable 2013


Este año los “Reyes Majos” me trajeron unas zapatillas para correr. Desde el primer día que calcé mis Saucony  el objetivo fue participar en esta prueba. Como espectador había asistido a varias ediciones, pero ahora quería ser protagonista. Eso de combinar 2 especialidades deportivas en una misma carrera me motivaba. Que transcurra en los parajes que acostumbro a transitar con mi btt  le daba un plus de atractivo, pero el verdadero motivo de inscribirme fue, nuevamente, poner a prueba mi cuerpo y mi mente.

 

El running es lo que peor llevaba, por eso me puse las pilas a partir del  7 de enero. Primero empecé a correr, asesorado por algunos amigos, pero en solitario. No quería ser una carga para nadie. Pasaban las semanas y ya le empezaba a coger el tranquillo a esto de correr. El siguiente paso fue salir en compañía y demostrarme a mí mismo que no estaba tan mal. He de agradecer a los compañeros con los que he entrenado muchas mañanas, después de dejar a los monstruitos en el cole. Una grupeta muy heterogénea, pero de la cual he aprendido mucho, fijándome y preguntando. Con ayuda todo es más fácil.

 

Llegó el 2 de junio, el día marcado en el calendario desde hacía mucho tiempo. Por delante me esperaban casi 7 Km de running + 26 Km de puro btt + 2,6 km de running para rematar la faena. Mi objetivo era llegar antes de que desinflaran el arco de llegada, pero el resultado fue bastante mejor de lo esperado.  Había quedado con Eloi y Axel (2 de los tres mosqueteros) en el parquing del vapor. Al encuentro acudí con el gran Santi Alarcón, compañero del Club MartorellBike, que vino a buscarme a casa. Supongo que no se fiaba de mí y pensaba que me iba a rajar, por eso no dudó en venir a mi encuentro. Hombre de poca fe…
 


Recogemos dorsales,  llevamos las bicis al parque cerrado y preparo el material para hacer la transición lo más rápido posible. El ambientillo que se respira es muy chulo. Muchas camisetas y maillots de colorines, mucha media de compresión de gemelos, algún mono de triatlón… para soltar piernas empezamos a calentar un poco al trote. Allí puedo saludar a Seve, otro figura al que los años le hacen cosquillas, a Alfonso Galeano y a Jesús. Con este último me quedo hablando y comentando la posible estrategia a seguir en carrera. La palabra clave es “dosificar” con ella en la mente me dirijo al cajón de salida. Me pongo de los últimos, vaya a ser que me pasen por encima todos estos duatletas. Poco después de las 9h. se da la salida.

 

Empieza la fiesta, salgo de menos a más e intento ponerme un límite. Voy controlando el pulsómetro hasta que me clavo en el 92% de mi F.C. Max.  Esa es la barrera que no es aconsejable traspasar, al menos tan pronto. Veo como me adelantan por derecha e izquierda. No importa, no es mi guerra (de momento) y antes de llegar al puente del Diablo me junto con Santi Alarcón. Seguimos el margen del río Llobregat en falso llano ascendente. Poco a poco me voy despegando de su compañía, pero no incremento el ritmo, lo mantengo. Me aproximo a la mitad del recorrido de running, un giro a la izquierda y empezará la subida más pronunciada. La Organización ha puesto un control allí y la persona designada es un buen amigo, Juanjo Castells. Me da ánimos y me “regala” una foto, que más se puede pedir. Entonces empiezo a ejecutar mi estrategia. Empiezo a subir el ritmo, porque sé que luego vendrá una bajada bastante larga y podré recuperarme del esfuerzo. Mi sorpresa fue cuando vi que adelantaba a corredores de dos en dos. Supongo que alguno saldría demasiado fuerte y lo estaba pagando. Arriba la pista se vuelve muy ancha y la bajada invita a alargar la zancada y buscar velocidad. Voy un poco revolucionado y decido regular. Todo y eso sigo adelantando a más corredores. Es cuando empiezo a tener dudas si estos participantes podrían acabar la prueba, si están así de “perjudicados” ahora, cuando cojan la bici…



 

Estoy a punto de hacer mi primera transición. Llego al parque cerrado y, mentalmente, no paro de repasar la secuencia correcta para coger la bici y perder el menor tiempo posible.  Empezamos bien, voy tan concentrado que  paso mi box y tengo que volver atrás, juas!!! Zapas fuera, botas OK, casco, sorbito de agua, 2 geles  y acompaño la bici corriendo hasta el arco de salida. Si en algún momento de la carrera puedo remontar posiciones es con la btt. El circuito lo conocía bastante bien y sabía que había que sufrir para poder ganar tiempo. Me tomé un gel, di la vuelta al pulsómetro (para no verlo) y Rock and Roll!!!! Cogiendo cadencia, de menos a más y notando como los músculos de las piernas se acostumbraban al cambio de gesto deportivo. Afronto el primer repecho, a la salida del parquing, que nos lleva a la carretera del cementerio. Allí oigo gritos de ánimo “¡¡¡Vamos MartorellBike!!!” Son Pere Borrell y Pedro alias “Pope” que me jaleaban. Ahora sé lo que sienten los jugadores del Barça cuando juegan en el Camp Nou. Hoy era yo el que jugaba en casa, eso me daba un plus de motivación y confianza para afrontar el reto.

 

Después de la Hípica giramos a la izquierda, pasamos bajo la autopista y empezamos a subir unos pequeños escalones. Aquí me encontré más tráfico del esperado. Me puse nervioso y solté un “venga que esto se pasa montado” y el ciclista que me precedía se giró hacia mí. Era Eloi, le había cogido en este punto. Me permití darle unos consejos, ya que era conocedor del terreno. “nen, ahora cabeza y poco a poco que la subida es muy larga” Acto seguido bajé dos piñones, empecé a dar pedales como un poseso  y adelanté unas  posiciones gracias a que seguí por la acera y el resto de competidores circulaban por la calzada. Juro que no lo hice con puterío, sino que me salió así. Al final de la marcha nos hartamos de reír con esta anécdota.  Bajada cerradita y subida para interceptar la carretera de Gelida. Aquí la gente se portó de 10. Casi todos estaban descabalgados, pero se apartaron cuando lo pedí y me animaron a tirar para arriba. Unos voluntarios de la organización estaban parando el tráfico, así que perdí muy poco tiempo allí.



Empieza la “Pujada a la Font de la Saborida” Mucho tráfico, demasiado para mis aspiraciones a recuperar tiempo. Mi cabeza me decía “haber corrido más rápido” La gente que estaba allí se merecían esa posición, se la ganaron a pulso. Hay que trabajar más el running y quejarse menos. Gracias a las palabras mágicas “dreta/Esquerra” pude hacerme un hueco entre tantos “caminantes” y pude llegar bastante arriba sin desmontar. Pero en una de las rampas más rotas y resbaladizas no pude adelantar. El entrenamiento previo me decía que, en aquel punto, solo había una trazada buena con suficiente grip. Pero no fui el único que lo pensaría, el problema es que la estaban utilizando para caminar. Nervioso, taquicárdico, sudado, puse pie a tierra y adelanté a un pequeño pelotón. Allí otra voz conocida me daba ánimos, era Jesús Pérez, el compi de calentamiento previo a la carrera, que me incitaba a subir sentado y tirar a muerte. Pasada esta situación pude coronar solo y pedaleando hasta tocar asfalto de nuevo.  En la Font había previsto un avituallamiento líquido. Vasito de agua para el cuerpo y seguimos subiendo, ahora por asfalto.

 

Dejamos la carretera para adentrarnos en una pista que bajaba a la izquierda. A partir de este punto, la carrera casi fue en solitario para mí, con algún que otro adelantamiento. Tenía que recuperar físicamente en este tramo pero sin perder demasiado tiempo. Llegamos a Can Xandri, dejamos la masía a nuestra derecha y empezamos a bajar por un tramo estrecho, con muchas raíces y con un surco bastante marcado por las lluvias. El entreno previo me daba la seguridad necesaria para bajar sin miedo. Ahora toca remontar de nuevo por una zona bastante ancha, fruto de las actuaciones forestales hechas recientemente. Antes el camino era más estrecho…y bonito. Bajamos a toda velocidad camino de Can Sunyer, donde nos esperaría otro “regalito” de la organización. Tenemos que subir, por asfalto, una tramo interminable que se hace más duro por el calor y por los Km’s que llevamos en las piernas. Pero eso se te olvida cuando vuelves a escuchar gritos de ánimo desde la cuneta. De nuevo Juanjo (este tío está en todos los sitios, como Dios!!!) está de control al principio de la subida. Me regala otra foto y me comenta que voy bastante bien…
 

 

Llegamos al depósito de agua y apuro mi último gel. Queda muy poco para volver a bajar, pero todavía tendría que subir para llegar a la Serra de les Torretes.  Antes de llegar a “quatre camins” toca girar a la derecha, última subida hasta una torre eléctrica y luego senderito y descenso hasta el  carrer del mur Aquí tenía muy claro que no me tenía que dejar adelantar por nadie, pero el problema fue que el que quería adelantar era yo. Encuentro de nuevo un poco de tráfico, pero esta bajada es tipo “single track” así que toca esperar pacientemente hasta llegar abajo.  Tocamos, de nuevo, asfalto camino a la rotonda y allí disparados hacia el Pont del diable y la pista que nos lleva de nuevo al parquing del vapor, donde haríamos nuestra última transición. Una sonrisa se empezaba a dibujar en mi cara, creía que lo tenía hecho, pero mis sentidos me engañaban.

 


Al llegar al parque cerrado, unas vocecitas gritaban “¡¡¡papá!!!”  Eran mis tres niñas que me estaban esperando desde hacía un rato. Qué bueno, por fin mi familia me acompaña a un acto deportivo, lo hubiera deseado desde mi época del karting… Algunos corredores paraban antes de entrar en la zona de transición a beber isotónico, yo no paré ni para saludar. Bici colgada, zapas puestas, casco fuera, GO!!!! Nada más cruzar el arco de salida, las sensaciones se volvieron contra mí. Las piernas se pusieron duras como estacas y solo podía dar pequeños pasos, no llegaba a alargar la zancada. En la bici hubiera podido hacer el circuito de nuevo, pero corriendo las cosas se pusieron feas. De repente, en el carril de vuelta, veo a Axel que me dice ”¿Ya estás aquí? Vas muy bien Luichi!!!” Ostia, pero si yo creía que este fenómeno estaría ya en la ducha. Saco fuerzas porque había que subir el repecho de hormigón debajo de la autopista. Allí, de nuevo, festival de Pope y compañía, dándolo todo por animar a su paisano. Que buena gente es este Pedro. Llego al giro de izquierdas para encarar Santa Margarida y veo otra cara conocida, es Mónika que estaba de control. Definitivamente, correr en casa te da ese plus de fuerza, porque empecé a correr más rápido, porque lo tenía en mis manos, porque lo estaba disfrutando. Pero, a pesar de mi cambio de ritmo, algunos participantes me adelantaron en este tramo. Hay que trabajar más el running, hay que echarle más horas.

 

Última recta antes de meta y última sorpresa. Se pone a mi lado Jesús, el compañero con el que hemos estado haciendo “la goma” toda la carrera. Ahora es él el que me coge de nuevo la estela, a pocos metros de la llegada. Cruzamos juntos la línea de meta y yo siento que me he quitado un peso de encima, he llegado a la meta muy satisfecho con el trabajo realizado. Entregamos los chips  y nos ofrecen la bolsa del corredor con algunos obsequios y una camiseta muy divertida. La organización ha estado (de nuevo)  a la altura de una prueba que se va afianzando en el calendario, año tras año. El único pero que le podemos sacar es que, en el momento de dar las bebidas, se quedaron sin vasos y tuvimos que agudizar el ingenio para poder refrescarnos el gaznate.

 

Esta es la “pequeña” crónica de lo sucedido aquel día, siempre desde mi prisma personal. A poco que pueda, el año que viene repetiré la experiencia. Incluso la buena clasificación obtenida (62 de 212 participantes) hacen que me plantee participar en otras Duathlones de montaña.  Tocará mirar el calendario. Creo que es a principio de temporada cuando se disputan más pruebas de este tipo, estaremos atentos.

 

Os dejo con la dirección web de la prueba, donde podréis obtener más info de la carrera y ver algunas fotos de todas las ediciones disputadas.  Por esta vez, el diablo no pudo conmigo.



CURSA EL DIABLE, MARTORELL

 

 

 

 

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